sábado, 17 de mayo de 2014

"El arriolismo, esa patología que ha corroído al PP hasta transformarlo en una máquina inhumana de conservación y explotación del poder, ideológicamente inane y dialécticamente soporífera, tiene cura, pero no dentro del partido hasta hoy hegemónico en el espacio de centro-derecha y con su actual dirección, sino en una nueva formación que refleje de manera auténtica lo que los catorce millones ochocientos mil españoles que sostienen el Estado con su esfuerzo y su trabajo en el sector privado y los que en el sector público proporcionan valor añadido, que no son pocos, esperan de un proyecto político que les represente. Es difícil saber que fue antes, si el huevo o la gallina, si Pedro Arriolay su escuela de pragmatismo desideologizado, cortoplacista y plano, o los dirigentes del PP que le han mantenido inexplicablemente como gran gurú de comunicación de su organización.